Nos gustaría que nuestro crecimiento fuera constante, incesante. Sin embargo, el desarrollo tiene fases de expansión y estados de quietud necesarios para que se manifieste el cambio.
A veces sentimos que nos hemos estancado porque el avance no es evidente; querríamos estar siempre avanzando, nos cuesta detenernos y aceptar, y disfrutar la quietud. La semilla bajo la tierra no es suficiente; querríamos ver siempre más y más brotes a ras del suelo…
Cuando uno aprende a ver las semillas, es capaz de sentir la plenitud de la vida, con sus momentos de expansión y sus fases de quietud. Las flores no le exaltan ni el invierno le sume en la tristeza, porque siempre hay vida, riqueza y posibilidades debajo de lo evidente.
Hoy puedo observar que a mi alrededor todo es quietud y creerme o sentirme por ello estancado. ¡Nada menos cierto! Hoy, sin ninguna duda, todo mi potencial está en marcha.