Cercanía, perseverancia y un inmenso amor a lo que hago.

Me considero una buscadora incansable, soy positiva e inconformista.

Creo en lo humano, y me ilusiona pensar que mi trabajo puede mover el alma de otras personas.

Confío en el potencial de la mente y en la sabiduría interior, por eso me dejo guiar por la llamada intuitiva que precede a todo análisis racional.

He conducido programas de formación muy diversos, pero nada hay más apasionante que una jornada de coaching con caballos.

Medito diariamente, doy largos paseos que me ayudan a descansar la mente, escucho el silencio y aprovecho los semáforos para escribir relatos que a veces tienen el potencial de novela.

Corro 3 ó 4 veces a la semana y compito de vez en cuando en algún trail de montaña.

En invierno me gusta hacer una o dos escapadas para practicar snowboarding.

Tengo una hija de la que estoy tremendamente orgullosa y que de pronto se ha convertido en mujer.

Nuestra familia no humana la componen Farid, un caballo de sangre árabe, y Ata, un simpático galgo español. En el último año perdimos a nuestras perritas Chanel y Dolce, que nos dieron grandes lecciones de vida.

Me siento agradecida por este precioso momento presente.